EXPUESTOS. ESTUDIO SOBRE UNA CRUCIFIXIÓN. / Ensayo sobre el performance Expuesto de la artista Sarah Haddou.
/ Essay about the performance EXPUESTO (2013, Santo Domingo) by the Santo Domingo based artist Sarah Haddou. /
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‘Demosthenes: Whereas the slave fears only pain, what the free man fears most is shame.’ [1]
Diary of a Bad Year, J.M. Coetzee.
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I.
‘You would like to know who you are. With little or nothing to guide you, you take for granted that you are the product of vast, prehistoric migrations, of conquests, rapes, and abductions, that the long and circuitous intersections of your ancestral horde have extended over many territories and kingdoms, for you are not the only person who has traveled, after all, tribes of human beings have been moving around the earth for tens of thousands of years, and who knows who begat whom begat whom begat whom begat whom begat whom to end up with your two parents begetting you . . . ’ [2]
Winter Journal, Paul Auster.
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[1] Diary of a Bad Year. J.M. Coetzee. Harvill Secker 2007, p. 39.
[2] Winter Journal. Paul Auster. Faber and Faber 2012, p. 115.
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El 23 de agosto del 2013, la artista Sarah Haddou presentó su performance Expuesto en el Museo de Arte Moderno de Santo Domingo, dentro del programa de actividades de la 27ª Bienal Nacional de Artes Visuales de la República Dominicana. Expuesto fue uno de los cuatro performances presentados en torno a los cuatro elementos: los performances de Awilda Polanco, Maricarmen Rodríguez y Ángel Urelly, Sayuri Guzmán, Sarah Haddou, representaban, respectivamente, el fuego, el agua, la tierra y el aire.
El performance de Haddou, Expuesto, consiste en un cuerpo acostado, el de la artista, dentro de dos cajas negras. En una caja se encuentra la cabeza y, en la otra, el resto del cuerpo, sólo dejando visible el cuello en la distancia que separa las dos cajas cubiertas, cada una, por una tapa. El cuerpo y la cabeza de Haddou están recostados, respectivamente, sobre una plataforma interior elevada en cada una de las cajas cuya separación del suelo, tapada por los lados de la caja, no es mostrada al público. Por la posición del cuello durante el performance, se puede pensar que las plataformas de cada caja no están fijadas a la misma altura – la cabeza estando más alta que el cuerpo; esta situación hace que el cuello quede en diagonal con respecto al suelo. El performance, de una duración aproximada de 140 minutos, comienza una vez que Haddou se encuentra dentro de las cajas, y termina cuando son abiertas las tapas de ambas cajas para que la artista pueda, finalmente, salir. Se puede decir, entonces, que Expuesto consiste en mostrar, durante 140 minutos, un cuello (que parece) humano y que une dos cajas donde se presume que se encuentra el cuerpo de la artista que ejecuta el performance. Durante el performance, el público puede circular libremente alrededor de las cajas, sin ningún límite que impida a cualquier persona de tocar, no sólo las cajas, sino, incluso, (el cuello de) la artista.
El dialogar con este performance obliga al observador a tener que cuestionar ciertos aspectos tradicionales del arte: ¿Cuáles son los parámetros que definen a esta obra, primero, como un objeto de arte y, segundo, como un performance? ¿Cuál es el significado profundo de esta obra, qué representa? ¿Es necesario que el artista se encierre en esta caja durante 140 minutos para que el público pueda interpretar el objeto central de esta obra? ¿Cuál es aquel elemento que se encuentra Expuesto durante este performance?
De manera individual, el hombre busca, mediante el arte, poder entender su relación con el universo y con el resto de los hombres. De manera colectiva, el arte define el carácter de las diferentes sociedades en la historia de la humanidad. Teniendo esto en cuenta, un artista trata, mediante su obra, de construir un diálogo crítico con su entorno inmediato. No obstante, este diálogo no debe comunicar exclusivamente la visión particular del artista sobre un tema, sino, de su visión, aquellos elementos que son comunes al resto de los hombres. Esto otorga un carácter subjetivo al significado de una obra de arte, ya que cada observador construye, independientemente de la intención del artista, su propia interpretación de la obra, la cual, al final, es tan real (e importante) como la visión inicial del autor.
Las cuestiones del arte, generalmente, giran en torno a tres temas:
- La Belleza, que se refiere a la técnica y a la maestría en la ejecución o construcción del objeto de arte.
- La Significación o Representación, que es aquel estrato de la obra que se refiere a la idea profunda (o central) de la obra.
- El Contexto, tanto histórico – momento en el cual fue construida la obra – como actual – momento en el cual se analiza, o se vuelve a observar la obra.
La constante redefinición de los límites de algunas disciplinas del arte contemporáneo hace que, a veces, resulte difícil de encasillar una obra en una categoría u otra. Uno de los ejemplos más comunes es el de la representación, que reúne el teatro, la danza, las diferentes formas musicales – como conciertos instrumentales y vocales – y, por último, el performance, propio de las artes visuales. De este grupo de manifestaciones cuyo objeto central es el artista relacionándose con el público en un espacio y un tiempo determinado, aquellos con los cuales el performance tiende a relacionarse más son el teatro y la danza; no obstante, tanto el uno como el otro, tienen, respectivamente, un aspecto central que los ha definido durante siglos y que se mantiene hoy en día. El elemento alrededor del cual se origina toda representación teatral es la literatura y su adaptación, con el objetivo de ser puesta en escena, tomando la forma de drama. En la danza, este elemento central es el movimiento ritmado del cuerpo humano en el espacio o la escena.
La palabra performance, en español, se refiere, irrevocablemente, a las artes plásticas-visuales definidas dentro del término performance arts; sin embargo, la traducción en español del nombre inglés performance, es representación. En el arte, representar se refiere a construir una imagen que sustituye, en una situación específica, la presencia física de un sujeto – una persona, un texto, una idea, un objeto, etc. Si bien es cierto que la representación se origina en el acto mismo de la construcción de dicha imagen, esta no es completada hasta que esta imagen es presentada ante un grupo de observadores, ante un público. Así, toda representación necesita de tres partes para considerarse completa; estas partes son: el individuo que construye la imagen (el artista), el individuo que observa la representación (el público/observador) y, en el medio de estos dos, la imagen (el sujeto representado).
Tradicionalmente, se ha definido como performance aquella representación donde un artista presenta (ante un público) una obra de interés visual, donde es el cuerpo del mismo artista la estructura central de la obra. Sin embargo, esta definición podría, también, referirse tanto al teatro como a la danza, incluso a la ópera – cada vez más estas tres disciplinas están tendiendo a ser más visuales, convirtiéndose en una práctica común hoy en día las colaboraciones entre dramaturgos, coreógrafos y artistas visuales, para construir las escenas de sus representaciones. Al final, son el contexto y el medio los que determinan aquel carácter que disocia al performance del resto de las representaciones artísticas que giran alrededor del cuerpo humano. Una representación que es llevada a cabo en una galería de arte o en un museo, por un artista plástico-visual, tiene vocación de ser considerada un performance.
Este preámbulo es necesario para poder comenzar a entender el formato de Expuesto, el performance de la artista Sarah Haddou, presentado el 23 de agosto del 2013 en el Museo de Arte Moderno de Santo Domingo. Esto, debido a que es el contexto en el cual se presenta esta obra el elemento que, primero, va a definirla como performance y no como escultura o instalación, y, segundo, que aportará el elemento primordial que hace que Expuesto pueda ser considerada una obra trascendental en cuanto a su reflexión sociocultural. En una Bienal donde hubo polémica tanto en cuanto a la selección de los artistas y de las obras presentadas como en cuanto a los diferentes premios otorgados, Expuesto permite revisar ciertos aspectos que comprenden el objetivo del arte y el rol del artista, ambos en relación al público observador, dentro del contexto de un evento como una Bienal Artes Visuales. Con este performance, Haddou logra construir un punto de partida desde el cual son sugeridos no sólo ciertos temas estéticos, sino, también, ciertos aspectos socioculturales cuyos orígenes pueden encontrarse tanto en los tiempos de las colonizaciones como hoy en día.
Ciertas decisiones precisas de ejecución hacen de Expuesto una obra con la cual Haddou logra proyectar el oficio del artista fuera del espacio de la reflexión individual, convirtiendo a la obra de arte en un momento obligado de diálogo entre el artista y el observador. En este performance, el discurso social de la artista supera las cualidades estéticas de la obra; con esto me refiero a la posibilidad de construirse un lugar trascendental en el medio artístico dominicano. Esta tarea se revela compleja al exigir a Haddou, no sólo el diseñar un utensilio eficaz, la caja, capaz de remitir a una idea profunda, sino, también, el poner a prueba los límites físicos y mentales de su cuerpo durante 140 minutos, aproximadamente, obligándola a obviar el estado vulnerable al cual está expuesta, poniendo, incluso, en riesgo su vida. Expuesto es una obra indispensable cuando es capaz de mostrarnos de frente el lado oscuro que habita la transgresión de los límites éticos y morales de la humanidad.
El tema central de Expuesto, desde el punto de vista del observador, es la pérdida o despojo de la dignidad humana mediante la confrontación de dos situaciones latentes en nuestra sociedad contemporánea: por un lado, la vergüenza colectiva, representada por el artista, y, del otro lado, el sentimiento de resignación o de aceptación en el cual ha aprendido a vivir el hombre moderno, representado por el público/observador. Con Expuesto, Haddou logra comprometer al público al diálogo social, transformando la observación lúdica del objeto de arte en una posición consciente con respecto a la realidad (dominicana) contemporánea. ¿Finalmente, cuál es la diferencia moral de presenciar la perdida real de la dignidad humana o el presenciar una representación de ésta? El ser humano se permite transgredir sus propios límites éticos y morales al presenciar la representación de alguien que renuncia a su dignidad humana.
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II.
Resulta complejo el poder clasificar Expuesto dentro de una de las categorías o formatos tradicionales del arte. Esto, más la reacción desprevenida del público durante el performance en la Bienal, cuestiona la necesidad recurrente del observador de conocer de antemano el formato de la obra de arte para mejor comprenderla, comparándola con aquello que ya conoce en este mismo formato. Algunas obras aprovechan su condición de intermedias o indefinidas para extender la experiencia del público al momento de analizarlas, obligando al observador de pasar constantemente (del análisis) del aspecto escultórico de la obra a su condición de instalación o de performance, etc. Esta indefinición pertenece a una obra que pone a prueba los límites del lenguaje tradicional del arte.
Expuesto fue anunciado como un performance; el compararlo con las obras de otros artistas puede llevarnos a pensar en Expuesto como una escultura o una instalación. La posición estática de este performance y la plasticidad que adquirió el cuello de Haddou, debido a la tensión a la cual fue sometido, hacen de Expuesto una obra que toca ciertos límites de formato. Lo que define a Expuesto como un performance es el suponer que es la artista misma quien se encuentra encerrada en esta caja durante casi dos horas y media. Sin embargo, el hecho de que Haddou haya entrado en la caja antes de que el público haya llegado y que haya salido una vez que todo el mundo se había ido, hace que el observador sólo pueda suponer la presencia de Haddou. Al observar Expuesto, se puede dudar si no es otra persona, y no Haddou, quien está encerrada durante todo este tiempo; también, se pudiera pensar en la posibilidad de que el cuello no sea humano, sino, una escultura en látex del escultor australiano Ron Mueck, por ejemplo. La caja en la cual se encierra Haddou durante el performance guarda cierta similitud con las obras de dos escultores vascos – Chillida y Oteiza. Al comparar Expuesto con Círculo, el performance anterior de Haddou, puede notarse una preferencia por definir el performance como la relación de la artista con una instalación que ocupa el centro visual de la obra. Tanto el cilindro tejido de Círculo como la caja en Expuesto, son dos instalaciones o esculturas que son transformadas en performance mediante la intervención in situ de la artista. Un defecto de Expuesto es el no haber considerado o planificado las fotos tomadas in situ, durante el performance, como parte integral del proyecto. Tanto la espontaneidad de las fotos tomadas como la posición fortuita de la caja en el Museo, restan fuerza a la obra final como conjunto. En Círculo, también presentado en el Museo de Arte Moderno de Santo Domingo, la posición de la instalación con la cual Haddou interactúa durante su performance es pensada de tal manera que el Museo parece haber sido construido alrededor de este cilindro tejido, creando una tensión espacial que transforma al espacio en el último de los elementos centrales del performance. En Expuesto, lamentablemente, la caja es posicionada en un espacio que nunca logra ser integrado al performance. Incluso, la iluminación, elemento inherente en Círculo, aquí no es ni siquiera alterada.
Si bien es cierto que Expuesto puede que no sea considerada la obra mejor construida de Haddou, también es cierto que esta obra resalta una cualidad de imprecisión, de defecto, que resulta interesante. En el arte, el defecto tiene que ver con la inexactitud del lenguaje, característica del estado de abstracción en el cual se encuentra el alma al momento de la improvisación. El defecto es un riesgo que surge al plantear una posición crítica con respecto al lenguaje tradicional del arte. La noción de defecto se diferencia del error en que este último es sinónimo de negligencia en la ejecución.
El dudar de la presencia de Haddou dentro de la caja, no cuestiona su ética profesional, sino, lo contrario, resalta su compromiso con respecto a su obra y amplia el lenguaje con el cual puede ser ésta leída. A veces, una obra de arte es acertada, no tanto por la precisión de su ejecución o construcción, sino, por la correcta elección del medio a través del cual es presentada, ya que el arte, antes del medio, es sólo una imagen etérea. La imagen de Expuesto – una caja constituida por dos partes, unidas (o separadas) por un cuello de aspecto humano – tiene que ver más con la escultura o la instalación que con el performance. Sin embargo, Expuesto, la obra, es el conjunto de imágenes que relatan la relación entre un aparato y el público que lo analiza.
Finalmente, mediante la separación de su cuerpo en dos cajas, Haddou define cómo debe ser leída la estructura profunda de Expuesto: la primera caja, la cabeza, tiene que ver con el arte, con lo humano, con la inteligencia, con lo moral y con la sensibilidad estética. La segunda caja, el cuerpo, tiene que ver con el espectáculo, con lo animal, con el instinto, con lo formal y con lo carnal.
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III.
‘You arrive here with no memories, with a blank slate, yet you claim to recognize faces from the past. It makes no sense.’
‘It is true: I have no memories. But images still persist, shades of images. How that is I can’t explain. Something deeper persists too, which I call the memory of having a memory.’ [1]
The Childhood of Jesus, J.M. Coetzee.
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Si partimos del título del performance, Expuesto, debemos creer que el objeto central de esta obra es aquel elemento del conjunto que está, aparentemente, más expuesto. Sin embargo, aunque sea directamente sugerido que es el cuello de Haddou el elemento que se encuentra más expuesto durante el performance, no existe ninguna indicación de que, de todos los elementos de la obra, sea aquel más expuesto el que defina el objeto central de la obra. El término expuesto tiene, en español, tres significados: a. adjetivo relacionado al verbo exponer; b. descripción de algo que se encuentra al descubierto; y, c. se refiere a algo que se encuentra en una situación peligrosa o arriesgada.
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El 23 de agosto, mientras sucedía Expuesto, un amigo me envió (vía digital) unas fotos de este performance. En estas primeras fotos que vi no habían muchas personas mirando el performance; esto me permitió enfocarme en algunos aspectos estéticos de aquellos dos elementos, visualmente, presentes en la obra – el cuello y la caja. El ver el cuello y saber que esta obra es un performance, induce a entender que lo que estamos presenciando es la representación de un cuerpo dentro de un sarcófago de proporciones inusuales. En tanto que sarcófago, la caja está despojada de todo ornamento, rompiendo con la estética de un sarcófago tradicional. La altura del cuerpo de Haddou acostado hace pensar en una ceremonia en la cual se está observando un cuerpo o un cadáver antes de su cremación o entierro. No obstante, la presencia del cuello, único elemento visible del cuerpo de la artista, me hizo preguntarme: primero, qué tipo de velatorio es este, en el cual sólo se puede observar el cuello del muerto, y, segundo, qué tal si no es un velatorio, sino, una ejecución.
Sin embargo, el elemento que llamó más mi atención, en estas primeras fotos, fue la plasticidad que adquirió el cuello al ser ubicado en una posición de tensión entre las dos partes de la caja. Esta imagen, del cuello en tensión, me hizo pensar en una obra de Francis Bacon, del 1944, Tres estudios para figuras en la base de una crucifixión. Inspirándose en Euménides, tercera parte de la trilogía de la Orestíada, tragedia griega de Esquilo[2], Bacon pinta un tríptico en el cual son representados, sobre un fondo naranja, tres sujetos contorsionados, de rasgos no-humanos. El eufemismo Euménides, las benévolas, se refiere a las Erinias, diosas de la venganza que persiguen a Orestes por la muerte de su madre Clitemnestra. Erinias viene del griego antiguo erínein, que quiere decir ‘perseguir’, y personifican a unas criaturas femeninas que perseguían a los culpables de ciertos crímenes. En Atenas, se les aplicaba, a las Erinias, el epíteto praxídiceas – ejecutoras de las leyes.
La posición (del cuerpo) de la Erinia del panel derecho de Tres estudios para figuras en la base de una crucifixión se asemeja a la posición adoptada por Haddou durante su performance: este sujeto, apoyado sobre sus cuatro extremidades, extiende su cabeza sin ojos hacia alguien o algo que se encuentra fuera del marco de la pintura, mostrando sus dientes con una expresión de rabia, similar a aquella propia de algunos animales ante una situación de peligro. Podría intuirse que la persona o sujeto a quien es dirigida esta expresión de rabia es aquel o aquella crucificado(a). Algunos detalles de la cabeza de esta criatura pueden dar a pensar que Bacon pensó su fisionomía partiendo de un cuerpo humano bocarriba: la impresión de que la mandíbula inferior está situada en la parte superior de la cabeza, la sombra que Bacon pinta en la unión entre la parte posterior del cráneo y el cuello – parecido a una garganta –, etc.
Es necesario mencionar que, a diferencia del contexto religioso en el cual, cuando se habla de crucifixión, se refiere de manera obligada a la muerte de Jesucristo, la crucifixión de Tres estudios para figuras en la base de una crucifixión no da indicios de que se refiera a una única ejecución; esto deja la posibilidad abierta de pensar que, de un lado, la crucifixión es un método adoptado por Bacon como algo a repetirse cada vez que se considere necesario y, del otro lado, que son varios los sujetos que van a ser crucificados.
Tres estudios para figuras en la base de una crucifixión fue terminado cerca del 1944, etapa final de la Segunda Guerra Mundial. No resultaría extraño imaginar que esta crucifixión que tiene Bacon en mente al pintar este tríptico guarda una estrecha relación con el sentimiento del mundo occidental con respecto a Hitler y el régimen nazi. En 1944, una gran parte de Europa está destruida producto de esta Guerra y millones de personas (la mayoría judíos) están prisioneras en los diferentes campos de concentración nazis dispersados por toda Europa. Francis Bacon, siendo asmático, no puede formar parte del ejército británico que lucha contra los nazis. Quizás, el estado de indignación que reinaba en el mundo occidental, sumado a la impotencia de tener que presenciar la Guerra desde una posición pasiva, motiva a Bacon a imaginar una conclusión justa para esta Guerra, donde un ejército de Erinias persigue al régimen nazi hasta llevar a cada uno de sus integrantes a la crucifixión. El hecho de que sean las diosas de la venganza quienes llevan a los nazis a la crucifixión, abre la posibilidad de que Bacon haya imaginado un período post-guerra en el cual, independientemente de cómo termine la Guerra, los nazis son perseguidos incansablemente hasta que todos paguen, crucificados ante los ojos del mundo, los crímenes cometidos a la humanidad. Esta hipótesis, refiriéndose a la Segunda Guerra Mundial o no, enfrenta dos partes, jueces y juzgados, en un punto crítico de la historia de la humanidad.
Tres estudios para figuras en la base de una crucifixión no es el único cuadro que Bacon realiza sobre este tema. En 1933, Bacon pinta dos cuadros que se llaman Crucifixión y La Crucifixión, respectivamente. En estas dos obras ya comienza a sentirse el significado que tiene la crucifixión en Bacon. Siendo Bacon un ateo declarado, resulta difícil pensar que la crucifixión de Jesucristo haya podido convertirse en un tema recurrente en su obra. Para Bacon, la crucifixión se relaciona más con la posición del sujeto (crucificado) que al significado religioso al cual pueda referir la imagen. En Crucifixión, la primera de estas dos pinturas del 1933, resulta difícil afirmar que el sujeto crucificado es humano. Esta obra se asemeja más a las carcasas colgadas de un Buey – imagen que ha sido constantemente relacionada a la obra de Bacon – que con alguna referencia religiosa. No obstante, siendo Bacon irlandés y proveniente de un país arraigado en la creencia religiosa, sería naïve pensar que la imagen de la crucifixión de Jesucristo no estuviese presente en su mente cada vez que éste trabajaba una de estas obras sobre la crucifixión.
En 1962, Bacon realiza un tríptico llamado Tres estudios para una crucifixión. Si hacemos una lectura de derecha a izquierda de los tres paneles de esta obra, podemos identificar tres estados por los cuales pasa un sujeto al ser crucificado. El primer panel se refiere al momento mismo de la crucifixión; en esta imagen se encuentra un sujeto (crucificado) colgando de una extremidad, con la cabeza hacia abajo. Esta escena es similar a aquella en los mataderos, cuando los animales están siendo desmembrados. A este individuo, cuya boca tiene rasgos animales, como la Erinia de 1944, ya se la ha cortado una de las piernas y su torso ha sido abierto, dejando ver las costillas y la columna vertebral. Esta posición es la tradicionalmente utilizada para secar las carnes, de manera que consigan desprenderse de toda su sangre. En el piso se puede observar la sombra de alguien, posiblemente, el crucificador.
En el segundo panel se encuentra un individuo en una cama, retorcido y con sus miembros dislocados, cubierto parcialmente de sangre. En el tercer panel se encuentran los dos costados y piernas de un sujeto, cortados simétricamente y dispuestos sobre una mesa. En un segundo plano Bacon pinta a dos individuos: el de la izquierda está vestido con un traje y, el segundo, aparentemente un carnicero o verdugo con algo en la cabeza, parecido a un gorro o una máscara, y un garfio en la mano derecha. Puede pensarse que estas dos personas están llevando a cabo una transacción, donde el carnicero está entregando la carne cortada a una persona. Leyendo los tres paneles seguidos pueden interpretarse dos hipótesis: la primera, que cada panel corresponde a un momento distinto, en el cual, primero, un sujeto es crucificado, segundo, es desmembrado y depositado en una cama hasta, finalmente, ser entregado por partes, por el carnicero/verdugo, a una tercera persona. La segunda hipótesis consiste en pensar que los tres paneles son escenas simultáneas, en las cuales tres sujetos han sido crucificados y están en proceso de desmembramiento y entrega a sujetos terceros. Teniendo en cuenta el carácter de matadero-en-serie que tiene la escena hace, se puede pensar que es la segunda interpretación, y no la primera, aquella que corresponde más a la obra.
En 1965, un nuevo tríptico es realizado, llamado Crucifixión. En éste los sujetos crucificados están pintados vistiendo la insignia nazi de la cruz esvástica. En esta obra se repiten dos de las tres escenas de la pintura anterior – Tres estudios sobre una crucifixión –, el primer y segundo panel, que en este tríptico corresponden al segundo y tercer panel, respectivamente, de derecha a izquierda. El primer panel de esta obra corresponde a lo que parece la escena de un juicio, donde el sujeto juzgado está en un púlpito, desnudo, sólo con una banda en el brazo, con la insignia nazi de la cruz esvástica, y, algo en la mano, parecido a un sombrero militar, también, con la insignia nazi. En un segundo plano del mismo panel se encuentran dos hombres sentados detrás de un escritorio, ambos con sombrero, presenciando la sentencia. Por la continuidad del escritorio entre el primero y el segundo panel, se puede interpretar que las tres escenas del tríptico ocurren en un mismo espacio abierto, donde ocurren, simultáneamente, juicio, crucifixión y desmembramiento.
Si en 1944 no se podía afirmar con certitud que Bacon buscaba crucificar al régimen nazi, en esta pintura, 21 años después, no cabe duda de quiénes son los sujetos crucificados.
Finalmente, en 1988, 44 años después, Bacon realiza una nueva versión de Tres estudios para figuras en la base de una crucifixión. Además de aquellos antes mencionados, en 1975 Bacon realiza un cuadro que se llama Tres figuras y un retrato en el cual las tres figuras son una alusión directa a la pintura de 1944; no obstante, en este cuadro es incluida una figura, el retrato situado en el fondo, que podría ser interpretado como el sujeto crucificado, ausente en 1944.
Una vez construida la relación física entre la Erinia de Bacon y el personaje creado por Haddou para su performance, es posible imaginar tanto la Erinia dentro de la caja de Haddou como el personaje de Expuesto en la pintura de Bacon. Tanto Haddou como Bacon deciden negar la vista a las criaturas andrógenas que han concebido en estas obras; en ambos casos, el cuello es el elemento de enajenamiento que provoca pensar que estos sujetos no son humanos; la separación entre el suelo y el cuerpo es similar en ambos casos, lo que refuerza la imagen de que si el sujeto de Expuesto es despojado de los lados de la caja que lo cubre, encontraríamos una Erinia posada sobre sus cuatro extremidades.
El resaltar estas similitudes entre ambas obras construye otro grupo de inquietudes con respecto a Expuesto. En el arte contemporáneo, cada obra ayuda a definir los diferentes símbolos de aquel lenguaje (moderno) que, en la primera mitad del siglo XX, sustituyó al lenguaje tradicional del arte. Así, uno de los objetivos primordiales de cada obra es el de ayudar a entender a otra obra. Tres estudios para figuras en la base de una crucifixión (1944) y Expuesto (2013) están separados de casi 70 años uno del otro; no obstante, las dos obras están conectadas por un tema común y recurrente en la historia de la humanidad: el sentimiento de vergüenza colectiva y la necesidad de cada individuo de salvar su honor ante las injusticias y horrores cometidos en su nombre.
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J.M. Coetzee, en su libro Diary of a Bad Year (2007), habla del caso de Guantánamo[3], prisión americana en suelo cubano que, desde el inicio de la Guerra contra el Terror, en el 2001, ha servido a los Estados Unidos como lugar de encarcelamiento de supuestos miembros de Al Qaeda y toda persona sospechosa de participar en actividades terroristas contra este país, tomados prisioneros por las tropas americanas. El supuesto objetivo de la prisión de Guantánamo es el servir de cárcel temporal a estos individuos terroristas hasta ser juzgados por un tribunal militar nombrado por los Estados Unidos. Lo que ha pasado en Guantánamo hoy en día no es secreto para nadie: las torturas inflingidas durante los interrogatorios, el encarcelamiento durante años a individuos inocentes, alguna veces liberados (sin ninguna restitución ni social ni económica), el estado de secretismo con respecto al trato de los prisioneros que, en teoría, hasta no ser juzgados, no deberían ser considerados culpables, etc.
En Diary of a Bad Year Coetzee habla de la indignación que debe sentir todo ser humano que vive en estos tiempos y que ha que tenido que presenciar el caso de Guantánamo y otros cientos de casos que ocurren actualmente en el mundo. El sentimiento que nace con esta indignación es de naturaleza moral: de un lado, cómo puede uno vivir en estos tiempos sin sentirse parte de estas injusticias, y, del otro lado, cómo puede uno, como individuo, salvar su honor y su dignidad. Coetzee trata estas cuestiones de manera global, implicando moralmente a todo individuo vivo; sin embargo, en cuanto al caso específico de Guantánamo, Coetzee habla de la presencia de una vergüenza nacional, refiriéndose a toda la civilización occidental y, en específico, al pueblo estadounidense: ¿Cómo debe comportarse un individuo estadounidense cuando cada día su gobierno comete estos crímenes en su nombre? Esta es una cuestión moral que debe tocar a cada ciudadano estadounidense.
Hoy en día, existen en la República Dominicana temas con los cuales cada ciudadano dominicano debería sentirse implicado moralmente: el alto índice de corrupción política, el manejo de la relación fronteriza con Haití, la separación cada vez más evidente entre las diferentes clases sociales del país, ciertos modos de empleo semejantes a la esclavitud, etc. Sarah Haddou es extranjera – nacida en Argelia –, pero, tiene ya varios años residiendo en la República Dominicana y forma parte integral del medio artístico dominicano, por lo que estos temas no son ajenos a su vida cotidiana.
De la misma manera como no se puede afirmar con entera certitud que Tres estudios para figuras en la base de una crucifixión tiene una relación directa con el régimen nazi y los horrores de la Segunda Guerra Mundial, es imposible hoy decir de qué manera esta relacionado Expuesto con el contexto dominicano actual. No obstante, tal como afirma el artista alemán Gerard Richter, toda obra de arte, sin importar su medio o formato, es siempre crítica. Todo artista que al trabajar se desprende de su contexto político y social, está persiguiendo sólo satisfacer ciertas inquietudes que tienen que ver más con una noción subjetiva del ornamento que con alguna expresión sociocultural común a un grupo de individuos.
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IV.
Si el arte es la interpretación o representación de una idea, cuál es la idea que busca representar Haddou con Expuesto, y cuál es la imagen central desde la cual se desarrolla esta obra.
Anteriormente, mencioné la posibilidad de que aquella caja que constituye el elemento visual central de Expuesto fuese un altar de ejecución, en lugar de un sarcófago en el cual yace un cadáver. Sin embargo, tomando en cuenta que es Haddou, la artista misma, quien sube, voluntariamente, a este altar, podríamos pensar más en un suicidio público o en una inmolación que en la representación de un sujeto ejecutado. Haddou utiliza a Expuesto para entregarse al público que vino a presenciar su muerte. Si Bacon construye el gesto de horror en su obra mediante la extrapolación de ciertos rasgos animales a los diferentes sujetos que aparecen en sus pinturas, el horror en el performance de Haddou es construido mediante la creación de un ser, diferente al resto de los individuos, que se desprende de su dignidad humana al entregar su cuerpo y mente al resto de los hombres. El entender Expuesto desde este punto de vista, obliga a pensar en tres imágenes que ocupan un espacio considerable en el imaginario universal. La primera es la imagen de la crucifixión de Jesucristo. La segunda, dada por la imagen de un ser viviente encerrado, voluntariamente, dentro un sarcófago, es la del personaje de Drácula. Y, la tercera, es la de la novela Frankenstein o El Moderno Prometeo, escrita por Mary Shelley en el 1818.
La idea de comparar Expuesto con la crucifixión de Jesucristo es una referencia que resulta insuficiente cuando comenzamos a profundizar sobre la naturaleza animal del ser que Haddou representa dentro de la caja. Pensar en Drácula es, simbólicamente, más acertado, sin embargo, resulta paradójico el imaginar a un vampiro que deja su cuello visible mientras duerme.
Existe un elemento inesperado durante el performance de Haddou que hace que las dos primeras imágenes, la de Jesucristo crucificado y la de Drácula en el sarcófago, permanezcan como símbolos o simples referencias figurativas. Este elemento inesperado es la reacción del público que presenció el performance Expuesto en el Museo de Arte Moderno de Santo Domingo, el 23 de agosto del 2013: una gran parte de este público interpretó la imagen propuesta por Haddou como algo relacionado al espectáculo, algo que ha sido concebido con el único objetivo de entretener. No hay dudas de que la imagen del cuello de Haddou y el saber que hay una persona viva dentro de aquella caja, seguro que causó un estado de intranquilidad en algunas personas. No obstante, la gran parte del público que presenció Expuesto lo hizo desde la óptica de que esta era sólo la primera obra de varias programadas para la noche, y que debía ser observada con la misma actitud con la cual uno observa a un ilusionista actuar. En los actos de ilusionismo el observador siempre tiene el confort emocional de que aquello que está sucediendo ante sus ojos es, primero, una ilusión y, segundo, que ha sido pensado para entretener mediante el impacto visual. Expuesto tiene un cierto parecido a uno de los trucos más conocidos en el mundo del ilusionismo: una mujer entra en una caja, dejando visibles la cabeza y los pies; el ilusionista toma un serrucho y comienza a cortar la caja en dos hasta llegar a tocar lo que suponemos que es el cuerpo de la mujer. A pesar de los gritos de la mujer que reflejan el dolor de estar siendo cortada en dos a sangre fría, el ilusionista continúa su tarea hasta terminar de dividir la caja, con la mujer dentro, en dos mitades. Una vez divida la caja en dos, el ilusionista separa las mitades y muestra las caras internas al público. Aún después de haber sido cortada en dos, la mujer se recupera de su dolor y parece estar viva, moviendo tanto los pies como la cabeza. El ilusionista vuelve a unir las dos mitades de la caja, abre la tapa y ayuda a salir la mujer, la cual luce inalterada por lo que, aparentemente, acaba de sucederle. En los espectáculos de ilusionismo, sin importar que tan violenta sea la imagen, ya sea una mujer que está siendo cortada en dos, un hombre encadenado que es sumergido en un tanque de agua, un hombre que dispara una bala a otro para que este último la detenga con los dientes, etc., el espectador siempre imagina que, al final, todo va a salir bien. Paradójicamente, cuando uno de estos espectáculos no termina como previsto y, por ejemplo, el hombre no logra desencadenarse y muere ahogado en el tanque de agua, esto es considerado un accidente.
Tradicionalmente, el performance ha estado siempre vinculado tanto con una cierta noción de espectáculo como al sacrificio físico del artista. No obstante, el público de un performance siempre asume que lo que está sucediendo frente a sus ojos es real y no una ilusión: si un artista deja su dedo sobre la llama de una vela hasta que éste termine carbonizado, pues, en un performance, esto quiere decir que el artista tiene un dedo realmente carbonizado. Entonces, ¿es normal que el presenciar a una persona dentro de una caja, durante un tiempo indeterminado, sea considerado entretenimiento?
Actualmente, esta noción de espectáculo está siendo extrapolada a nuestros intercambios sociales. Cada vez más, se está considerado que nuestra vida privada, en tanto que individuo, es importante para el resto de la sociedad. Existen innumerables reality shows en los cuales es presentada la vida de un sujeto, cuya cotidianidad es muy similar a la nuestra. Lo interesante de estos reality shows es el acceso a la vida íntima de alguien, el privilegio de observar a una persona, sin cortes, hasta llegar a presenciar los momentos más vulnerables de ésta. El ser visto en televisión es una necesidad del individuo actual. Inversamente a los reality shows, donde el entretenimiento consiste en presenciar la vulnerabilidad de nuestros iguales, cuando un individuo se filma y sube o cuelga su video a youtube, o comparte sus fotos personales en facebook o un selfie en instagram, o hace un comentario en twitter, es porque éste considera que lo que está ocurriendo en su vida, en ese preciso momento, es, en cierta medida, extraordinario y, por ende, merece ser compartido – shared. El fenómeno de compartir va desde la foto de un atardecer hasta videos pornográficos personales puestos en línea para que la gente pueda descargarlos gratuitamente. La necesidad actual de ver y de ser vistos nos ha convertido en consumidores y productores masivos de imágenes. La cantidad actual de imágenes disponibles en nuestra vida cotidiana es tan abrumadora que no podemos permitirnos el lujo de interpretar cada imagen in situ ni el poder analizarlas durante el tiempo necesario hasta lograr construir una conclusión coherente de aquello que estamos observando. La carga social de querer ver todo lo que está pasando, nos está llevando a ignorar el significado profundo de ciertas imágenes.
En Expuesto, puede que hayan sucedido dos cosas: la primera es que el público, consciente de que el performance de Haddou es sólo el primero de varios que serán presentados durante esa noche en el Museo, haya decidido de ver, en Expuesto, únicamente aquello que corresponde a lo espectacular; y, la segunda, es que el observador haya asumido que Haddou es una de aquellos artistas que están ávidos de mostrarse y, para esto, están dispuestos a recurrir a imágenes visualmente impactantes para llamar la atención del público.
Este fenómeno de ver y de ser visto no es algo nuevo en las interacciones sociales. Hasta principios del siglo XX, muchos de los encuentros de la nobleza occidental ocurrían en salas llamadas drawing rooms, donde el anfitrión organizaba en su casa cualquier tipo de manifestaciones culturales – teatro, cenas, bailes, fiestas, orgías, etc. – con el fin de reunir bajo su techo un grupo social representativo.
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V.
En verano de 1816, coinciden por una temporada, en los alrededores del Lago Genova, en Suiza, el reconocido poeta británico Lord Byron, el médico que andaba con éste, John Polidori, y la pareja de recién casados Percy y Mary Shelley. En una de las muchas noches en las cuales se reúne este grupo, Lord Byron propone la idea de que cada uno de los cuatro realice un cuento de fantasmas. Lord Byron desarrolló una pequeña historia que llamó Un Fragmento, la cual sirvió de base a John Polidori para escribir Un Vampiro: Un cuento. Mary Shelley comenzó a desarrollar un cuento que fue ampliando hasta que, en 1818, fue publicado como novela: Frankenstein o El Nuevo Prometeo. Un Vampiro narra la historia de Lord Ruthven, un hombre noble que se inserta, dentro de los círculos sociales de Londres, utilizando poderes de persuasión sobrenaturales. El personaje de Lord Ruthven, el vampiro, es una de las figuras que han dado origen a las múltiples historias que han ido definiendo al personaje que hoy conocemos como Drácula.
Frankenstein narra la vida de Victor Frankenstein, un hombre que, obsesionado con la trascendencia científica, decide crear un ser viviente. Frankenstein logra su cometido, dando vida a un ser deformado que, desde el instante mismo de su creación, es rechazado tanto por él como por todo el mundo que cruza el camino de esta criatura. Indignado por el rechazo de cada persona que conoce, la criatura decide vengarse de su creador, quitando la vida a todos sus seres queridos.
Frankenstein es narrada a través de los ojos de Walton, un personaje cuya pasión por navegar lo lleva a querer explorar, en el siglo XVIII, los confines del polo norte. Una vez allí, atrapado junto a su tripulación en un mar de hielo, encuentra, casi muerto, a un hombre que resulta ser Victor Frankenstein, a quien invita a quedarse en su barco hasta que mejore su estado de salud. Durante su convalecencia, a bordo del barco de Walton, Frankenstein cuenta a éste su vida y su lucha constante con esta criatura que ha creado. Frankenstein cuenta de manera detallada cómo llegó a crear esta criatura, y cómo, a partir de un punto, su único objetivo en la vida ha sido el de buscarla para matarla.
Desde el inicio de sus estudios universitarios, Victor Frankenstein tenía una sola idea en mente, el poder crear con sus manos un ser viviente que fuese su semejante. Una vez que Frankenstein logra, finalmente, inyectar vida a este ser con el cual había soñado desde muy temprana edad, entiende que ha cometido un error con la creación de este monstruo de proporciones gigantescas y de rasgos deformados. La criatura, asustado por la reacción de su creador, sale de la casa y desaparece. Rechazado por todo individuo que encuentra en su camino, la criatura se refugia en la propiedad de una familia, la cual observa a distancia hasta aprender su idioma y sus costumbres. Es así como, al cabo de varios meses, aquella criatura, considerada un monstruo por su creador, logra estructurar un lenguaje elocuente y entender ciertos aspectos de la idiosincrasia humana. Sin embargo, estos logros no son suficientes para que la criatura sea aceptada en el mundo de los hombres. Indignado, la criatura sale en busca de su creador para exigirle que le construya otro ser, una mujer, con su mismo aspecto, con la cual él pueda relacionarse sin miedo a ser rechazado. Ante la negativa de Frankenstein con respecto a esta propuesta, la criatura jura matar todo familiar o ser querido de su creador. Una vez cumplida esta promesa, Frankenstein sale a la búsqueda de la criatura, con el objetivo de matarla y, así, evitar que ésta siga alimentando su sed de destrucción. Al final, Frankenstein nunca se recupera de su estado febril y muere enfermo en la embarcación de Walton. La criatura, al ver que Frankenstein ha, finalmente, muerto, no ve otro sentido a su vida que el de llegar al lugar más remoto del polo norte y quitarse la vida, quemando su cuerpo de manera a que no queden rastros de su existencia que inspiren a otra persona a cometer el mismo error de Frankenstein, y crear otra criatura destinada al rechazo.
Tres estudios para figuras en la base de una crucifixión de Francis Bacon, Expuesto de Sarah Haddou y Frankenstein de Mary Shelley tienen en común que sus autores construyeron sus obras respectivas como instrumentos para analizar los límites morales del hombre. Sin embargo, en las tres obras, el sujeto en estudio se encuentra en lugar periférico con respecto a la estructura de la obra. En tres estudios para figuras en la base de una crucifixión, Bacon deja fuera del tríptico al sujeto crucificado; en Expuesto, Haddou vuelca la atención hacia su cuerpo encerrado en una caja, cuando el verdadero sujeto expuesto es aquel que observa el performance; y, en Frankenstein, Shelley construye una metáfora que toma su origen en la creación del hombre, según la religión católica, y establece un paralelo entre un individuo arrogante cuyo objetivo es el de llevar a cabo lo inalcanzable y crear un ser viviente a su imagen y semejanza, sin importar cuáles límites éticos y morales deba transgredir para esto. El personaje de Victor Frankenstein es desarrollado por Shelley como un individuo de una inteligencia y madurez insuperables, que, todavía unos instantes antes de su muerte, era capaz de considerarse, a si mismo, como una criatura de cualidades excepcionales, cuyo único límite era la omnipotencia y que estaba destinado a lograr grandes proezas. No resulta difícil el reconocer este tipo de locura en los tiranos y dictadores a través del transcurso de la historia de la humanidad. Sin embargo, el personaje central de esta novela no es ni Frankenstein ni la criatura, es Walton, aquella persona que después de haber escuchado el relato de Frankenstein, y conocer con detalle la manera en como éste negó la existencia al ser que había creado, condenándolo, así, a vivir como un animal despojado de toda dignidad, es capaz, al final, de sentir compasión por el verdadero monstruo de la historia: “¡Qué criatura gloriosa debió haber sido [Frankenstein] en los días de su prosperidad, cuando es así, noble y divino en su ruina!”
El personaje de Walton nos recuerda que, en cada momento de la historia, cuando un pueblo o un grupo de individuos ha despojado de dignidad a otro grupo, infligiendo horrores a estos últimos, en lugar de sentir vergüenza colectiva, nosotros, el resto, nos hemos envuelto en una burbuja de aceptación y de resignación, obviando que nuestro paso por el mundo quedará marcado por estas injusticias realizadas en nuestro nombre. Tanto Shelley en 1818, como Bacon en 1944 y Haddou en el 2013, crearon, respectivamente, unas criaturas que, aunque físicamente deformadas, nos señalan la importancia de pertenecer, críticamente, a nuestra época.
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‘But I’m adapting to this vastness! Can, at least, for a while, I believe. It’s not what I was used to and there’s no nourishment of my habitude but I find that my segments, the entire length of me still obeys; I can progress by my normal undulation. Undulating, I’m setting out in an element that also does, I’m setting out for what this powerful liquid vastness is bound for – nature’s built into my knowledge that everything has to move somewhere – and maybe there, where this force lands, one of my eggs (we all have a store within us, although we are loners and our fertilisation is a secret) will find a housefly carrier and settle on a scrap of lettuce or a fine piece of meat in a Beefsteak Tartare. Ingestion. The whole process shall begin over again. Come to life.’ [4]
Tape Measure, Nadine Gordimer.
(2014)
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[1] The Childhood of Jesus. J.M. Coetzee. Harvill Secker 2013, p. 98.
[2] IN CAMERA: Francis Bacon. Photography, film and the practice of painting. Martin Harrison. Thames & Hudson 2005, p. 41.
[3] Diary of a Bad Year. J.M. Coetzee. Harvill Secker 2007, p. 39.
[4] Beethoven Was One-Sixteenth Black (2007). Nadine Gordimer. Bloomsbury 2008, pp. 23-4.